El irlandés Sean Kelly fue el gran triunfador de esta edición. Velocista en sus inicios, con el paso de los años fue mejorando en los demás terrenos, hasta convertirse en un hombre que pasaba la montaña con los mejores especialistas y mantenía su excelente rendimiento en las etapas contra el crono.
Antes de empezar la Vuelta fueron muchos los que criticaron las pocas dificultades montañosas que se iban a encontrar los corredores, algo que favorecía a Kelly y Dietzen, en detrimento de las estrellas españolas del momento, como Pino y Cubino, grandes escaladores los dos.
En las primeras jornadas, Pino perdió un precioso tiempo en los abanicos, por lo que se vio obligado a tacar en la primera etapa de montaña (León-Branillín). Kelly hizo todo el gasto y fue rematado en los últimos kilómetros por los compañeros de Pino, Fuerte y Cubino.
En la cronoescalada, Kelly volvió a fallar, todo lo contrario que Pino, quien se hizo con el triunfo. Sin embargo, Kelly no estaba hundido, ni mucho menos. En la etapa de Cerler, el líder Cubino tuvo un mal día y Pino optó por quedarse con él y ayudarle, mientras que por delante figuaraban Anselmo Fuerte y Parra. Kelly finalizó cuarto y resultó el hombre más beneficiado del hundimiento de Cubino y Pino.El irlandés remachó en la última contrarreloj su victoria en la Vuelta.
Muchos piensan que el BH perdió la carrera por la falta de estrategia en las etapas de montaña, al no haber un líder definido dentro del equipo.